"El francotirador" Dir.Michael Cimino | Reseña de Mauro Bengoechea de A7CDMX

EL FRANCOTIRADOR

Dir. Michael Cimino

EUA | 1978 | 183min.

Por Mauro Bengoechea, alumno de cuarto semestre, carrera de cine Arte 7CDMX

Como bien sabemos, ciertas tragedias son tan dolorosas, tan traumáticas de procesar y sanar que simplemente no se quiere oír hablar una sola palabra que recuerde al evento hasta mucho, mucho tiempo después. Más aún cuando hay un cargo de conciencia de parte de las autoridades gubernamentales que no se sienten muy cómodas con el hecho de que cualquier artista toque un tema "delicado" del cual son partícipes. Y menos a través de un arte tan contundente en sus discursos como lo es el cine. Para 1989 ya habían pasado 16 años desde el genocidio atroz de decenas de jóvenes en Tlatelolco, y aún así, el Rojo amanecer de Jorge Fons tuvo que filmarse clandestinamente con tal de proteger su discurso de la censura del gobierno en turno. 

En Estados Unidos, la guerra de Vietnam parecía ser un tema generalmente evadido, ya fuera por empatía hacia las víctimas caídas y sus familias, o para evitar problemáticas con las productoras o las autoridades, siendo hasta entonces abordado a través de metáforas subversivas (las maravillosas Easy Rider (1969) de Dennis Hopper y Nashville (1975) de Robert Altman) o viles intentos de propaganda a favor del conflicto (la problemática The Green Berets (1968) de John Wayne). No fue sino otra figura emergente del New Hollywood, cuya carrera tristemente se vió afectada por siempre después de su siguiente obra, quien tomaría la misión de retratar el quebrantamiento psicológico de la guerra en quienes la pelearon y en quienes esperaron a que sus hijos, amigos o maridos salieran pronto de ese infierno y volvieran a casa. A partir de entonces, y a lo largo de la década que siguió, el daño irreparable que ésta atrocidad causó durante y después de que terminó, se convirtió en una temática abordada frecuentemente a través de grandes y emotivas obras maestras hasta nuestros días.

Estrenada hace 44 años, ganadora de 5 Oscars incluyendo Mejor Película y nombrada por la gran Jodie Foster como su favorita, El francotirador, The Deer Hunter, de Michael Cimino narra la historia de 3 amigos de Pensilvania aficionados a la cacería, quienes deciden viajar a Vietnam a librar una guerra esperando enorgullecer a sus familias y a su país… sin saber que al regresar a su hogar no volverían a ser los mismos hombres que eran antes de irse.

No me dejarán mentir cuando les digo que no hay nadie en este mundo que no quisiera morir haciendo aquello que más ama. Para quienes vimos y veneramos la trilogía de El Padrino, siempre quedará en nuestra memoria la gran interpretación de John Cazale como Fredo Corleone, y el devastador momento en que su hermano Michael, interpretado por Al Pacino, descubre su mortal traición. Cuando el rodaje de The Deer Hunter comenzó, Cazale se encontraba fuertemente vulnerable luchando contra un cáncer de pulmón. El director Michael Cimino estaba enterado y por solidaridad optó por filmar las escenas del actor antes que cualquiera de las más majestuosas y complejas secuencias que componen al filme. 

Sin embargo, el estudio no tenía idea del estado de salud del actor y en cuanto se enteraron, los ejecutivos de Universal estaban más que listos para reemplazar a Cazale por alguien más. No fue sino gracias al amor incondicional de su pareja, la consagrada y en aquel entonces novata Meryl Streep, que Cazale pudo continuar en la película, pues firmemente aseguró que si lo despedían a él, ella renunciaba. Por fortuna, el actor pudo filmar cada una de sus escenas. Poco después de finalizar el rodaje, John Cazale falleció sin poder ver el extraordinario trabajo de él y sus compañerxs en la gran pantalla. 

El Padrino (1972), La conversación (1974), El Padrino: parte II (1974), Tarde de perros (1976) y finalmente, El francotirador (1978). Ese fue el currículum de John Cazale. Tan solo 5 películas, sí. Pero exactamente, ¿cuántas personas dedicadas al noble oficio de la actuación para cine pueden jactarse no solo de no haber participado en una sola película mala en su vida, sino de haber actuado en únicamente 5 películas y que todas, TODAS ellas sean grandes obras maestras de su tiempo?

Por dónde empezar. Recuerdo muy bien haber visto ésta obra por primera vez gracias a la siempre atinada recomendación de mi madre hace unos 3 años, en una de las tantas estaciones que conforman la planta baja de la videoteca Carlos Monsiváis de la Cineteca Nacional. No les miento cuando les aseguro que fue una de las experiencias más impactantes y emocionalmente abrumadoras que he tenido al ver una película. 

Algunas veces, luego de darle play a la tele en la sala de tu casa, o luego de que las luces de la sala del cine se apagan y ya aparecieron todos los logos de las compañías productoras y distribuidoras que confiaron en la visión de lxs artistas detrás de la obra que estás a punto de ver… algunas veces hay algo, un detalle inicial particularmente bello que te hace saber que será una obra maestra, aún cuando ni siquiera ha comenzado. Tal detalle inicial, en El francotirador, es el soundtrack. Unos nostálgicos acordes de guitarra acústica a cargo de Stanley Myers le hacen saber al espectador que quedará marcado por la historia que la pantalla está por contarle. Cuando la historia en cuestión gira en torno a un conflicto bélico violento e injustificado en el cual murieron miles de seres humanos con familias y metas en la vida más allá de disparar a diestra y siniestra a unos supuestos "enemigos" de su país, es evidente la importancia de la construcción gradual de los personajes protagonistas a medida que sus vidas avanzan, o dejan de avanzar y simplemente… pasan. 

A lo largo de tres actos identificables, el guión nos introduce en la feliz cotidianidad de un carismático grupo de compas cuyas vidas adultas apenas van despegando. Trabajan, se hacen bromas mutuamente, tienen madres y novias que los aman, viven rodeados de las mismas personas que los han visto crecer desde que eran pequeños y la más emocionante de sus actividades es conducir hacia la montaña en busca de majestuosos ciervos para cazar. Sublimes encuadres de los horizontes recorridos por los personajes y sus rifles, del misticismo oculto de la figura de aquel ser vivo cornudo que tanto persiguen nuestros protagonistas, de los momentos que comparten juntos. "Éramos felices y no lo sabíamos", decimos muchas veces cuando nos invade la nostalgia de unos tiempos menos complicados, sencillos, pero bellos que alguna vez vivimos y no los valoramos. Y justo eso sentimos cuando el lente acompaña a los tres amigos y nos llevan con ellos al mismísimo infierno. 

Para Robert De Niro, actor del método al igual que casi todos sus compañerxs de reparto, filmar El francotirador fue la experiencia más estresante que ha tenido en su gran trayectoria como actor. Su testimonio cobra todo el sentido del mundo. Un horror indescriptible se desata ante los ojos de los personajes y los nuestros, y no es sino el visceral naturalismo escénico, visual con el cual se retrata la tortuosa situación de los personajes, aunado a las soberbias interpretaciones de De Niro, Walken y Savage, elementos que no nos permite apartar la mirada por más que quisiéramos poder hacerlo. 

El calvario fisiológico llega a su fin, solo para dejarnos ver el severo impacto de sus heridas internas en ellos mismos y en quienes los aman y anhelaban su casi imposible regreso a casa. La recuperación es casi eterna en comparación al martirio que vivieron. La cercanía a la peor cara de la muerte por un supuesto bien mayor trajo de vuelta a tres hombres rotos. Sin heroísmo. Sin orgullo. Sin ellos mismos. 

10/10. Es probable que no seas la misma espectadora, ni el mismo espectador después de enfrentarte a la obra tan emotiva como desgarradora que es The Deer Hunter. Una tesis fílmica sobre la psicopatología de la guerra que resulta imposible de olvidar para quien la vea.

Arte7 Cine