SOBRE BARDO Y SU DIVISIÓN DE OPINIONES | Crítica por Alonso Vázquez

SOBRE BARDO Y SU DIVISIÓN DE OPINIONES

Bardo

Dir. Alejandro Gonzalez Iñárritu

DP: ​​Darius Khondji

México | 2022 | 159min.

Por Alonso Vázquez | Alumno de Tercer Semestre


Motivos personales de este texto: he demorado mi comentario sobre esta película por varias razones, pero ahora veo adecuado el momento para hacerlo. Me tardé porque me encontraba entre bandos divididos. Vi esta película previamente a su estreno, con el corte del director -que es considerablemente más largo… aunque no se crea posible- y rodeado de compañerxs y profesorxs. Todos tenían una opinión, favorable o no, ninguna persona se quedó sin nada qué decir. Me tardé, sobre todo, porque mi opinión sobre Bardo estaba entre todas estas voces y de una u otra manera articular un comentario puede agradar a unos o poner en desacuerdo a otros. El criterio es poder establecer una opinión propia, producto de la autoreflexión. Es por eso que quería poder estructurar mi opinión sin influenciarse de los comentarios de amigos cercanos, detractores o defensores. Así que tengo la intención de decir por qué me gustó Bardo y qué elementos me agotaron o simplemente no me gustaron.


Es innegable que esta película es una gran hazaña y visualmente es impresionante, por decir lo menos. El asombro que generan las imágenes logradas en Bardo provocan un gusto instantáneo en el público – y evidentemente en mí también. Sin embargo, la duración de una película de esta índole juega en su contra. La promoción de esta película fue poca y sin gran contenido sobre su trama, lo cual hace que el espectador llegue sin más contexto que el del póster. Afiche cuyo único indicio es una figura humana que asemeja demasiado a la imagen del director, Alejandro G. Iñarritu. Ahí -a mi parecer- estuvo gran parte del conflicto, pues uno no es lo demasiado ingenuo para creer entonces que la película tratará de él mismo… ¿o sí?


Aunque el hecho de ser humanxs nos permite identificarnos en cualquier historia resulta molesto para el público que lo engañen, y más cuando es evidente la verdad. Querer ocultar, o no hablar sobre que Bardo es un reflejo y una auto exploración biográfica de Iñárritu es como no notar el sol en el día, es simplemente obvio. Una de las cuestiones podría ser la siguiente: Obviando el hecho de que esta película es de Alejandro, y no solo como su pertenencia y obra, sino, que la historia misma versa sobre él –aunque de manera indirecta, por medio del avatar de Silverio Gama– la historia o “no historia” exploran el alma del autor y es ahí donde está la libertad individual del mismo.


La trayectoria de A. González Iñárritu avala su capacidad de construir historias interesantes y cargadas de emoción, que en lo personal siempre he admirado y disfrutado. Su habilidad lo ha consagrado como un director digno de admirarse. Sin embargo, la suma de condiciones personales, con las que baña a esta película, la hacen un retrato estratégico y cuidado de sí mismo. Es justo en lo “estratégico” donde es notable la intención de mostrarse como un humano con defectos y virtudes. Virtudes que muestra en demasía. La película hace gala de los conocimientos y bagaje cultural del director en el mismo personaje, pero también en sus recursos técnicos y narrativos. Después de momentos “innecesarios” de filosofía y reflexiones verbalizadas en la película, la muestra de virtudes es una forma vanidosa que busca su auto reconocimiento y el del público. Que, aunque puede ser verdadera –y eso no se le niega en lo absoluto– es, en unos casos, más o menos agotador.


Una película, tanto como una obra de arte en su generalidad, debe hablar por sí misma. Es la obra y los elementos de la misma los que dirán si es, o no, una buena pieza. Valorar una película por cosas fuera de la misma, como las opiniones generadas por el público, la publicidad afortunada o no y las expectativas generadas en torno a ella, no hacen más que distraer y generar un comentario no objetivo de la obra. Por la misma razón, llenar una película de diálogos expositivos (explicativos) hace que la obra no hable por sí misma, es decir, que la reflexión que uno podría obtener de observar y analizar es obstruida por la necesidad de explicarlo todo. Bardo expone una gala de diálogos y conversaciones sumamente profundas y filosóficas. Mismas conversaciones que, en efecto, son importantes. El problema es que esa profundidad la tendría que dar la obra y la reflexión de un público paciente, no el director en su afán de mostrarse profundo. De ahí el uso del adjetivo “Innecesarios” al hablar de esos momentos reflexivos que tienen los personajes en la película.


Uno es el creador de su propia historia. Una vez superado la realidad de la película; que es una obra sobre la vida y alma del director… ¿Por qué no habría el creador de su misma historia contarla como él decida? Y más cuando es una exploración por los sueños y el inconsciente –que se caracteriza por no tener un sentido u orden lógico. Es cierto mi gusto por el tema de los sueños y su implicación en las historias, pero, aún así, la particularidad onírica de Bardo es única. La verdad es que en el cine los sueños son un tema recurrente y abordado de muchas formas. Un ejemplo  claro –que viene a mi mente–  es sin duda Dreams de Akira Kurosawa. En películas como esa y muchas otras, existen muchas formas de representar los sueños y sus particulares atmósferas, pero sería aventurado afirmar que hay una forma “correcta” de hacerlo. Los sueños son algo muy personal y solo la persona sabe cómo fueron y cómo se sintieron. Bardo es un sueño único y con símbolos donde cada uno de nosotros podemos sentirnos identificados. Pues los sueños son una verdad común de todos lxs seres humanxs.



Bardo fue una película que me colocó en un dilema sobre lo que opino de ella y me puso mucho tiempo a pensar. La verdad es que hay muchas opiniones y todas válidas. Tener a tu alrededor figuras de admiración que opinen en contra de la película puede hacer que uno omita la propia opinión y la oportunidad de generar su propio comentario. Pero también rodeado de figuras de admiración que defienden la obra. Tenga, o no, un sentido la película, es sin duda un espectáculo impresionante que todos deberían de tener la oportunidad de ver y pensar por su cuenta.


Arte7 Cine