"Aguaespejo granadino" (Agua) Dir. José Val del Omar | Reseña por Alejandro Castro
AGUAESPEJO GRANADINO (AGUA)
España | 1955 | 23min.
Por Alejandro Castro | Alumno de segundos semestre de la carrera de cine Arte 7 CDMX
Después de ver algunas obras de José Val de Omar me sentí intrigado por conocerle más, la poesía en sus imágenes y el sonido me terminó convenciendo de retirar los escombros que el cine comercial tiró encima de sus filmes y encarar sus descubrimientos.
Hoy les hablaré de la primera parte del Tríptico Elemental de España de José Val del Omar:
Aguaespejo granadino (agua), 1955.
Esta es la primera de las tres películas del tríptico, es alucinante y poética, a partir de esta obra, Val del Omar nos mantiene sedientos de más. Todo empieza con una voz en off que nos narra un poema de Federico García Lorca, mientras imágenes de Granada España aparecen y reaparecen, haciendo énfasis en el espejo primario que es el agua, que refleja la naturalidad de las imágenes, su trasformación por los medios hasta llegar a las fuentes, también es el medio de distorsión de lo que vemos; esta obra también nos provee de las personas y su cultura retratadas en primer plano, me hace pensar que los ojos aparte de ser las ventanas del alma, reflejan, como el agua, imágenes distorsionadas que juegan con la óptica del espectador, cosa que rescata José Val del Omar para proyectar una imagen fuera de lo estático y fuera de la forma convencional de ver el mundo.
Desde la parte sonora percibimos sonidos como los del agua, las fuentes, la calma de un lago, las campanas de una iglesia y sonidos distorsionados de la televisión/radio, estos recursos utilizados de maneras distintas en estos films son propuestas que nos hacen referencias a Michel Chion en: la audiovisión que nos plantea la acusmática cómo definición de escuchar fuentes sonoras que no vemos y la asociación con imágenes fijas, la puesta en cámara nos plantea muy bien este recurso, haciendo así un poema audiovisual completo.
En palabras de Pedro Guajardo compositor y miembro del colectivo aguaspejo: José Val del Omar se apodó a sí mismo como un cinemista, una especie de mezcla entre cineasta y alquimista. El tríptico elemental de España es el último trabajo que abordó Val del Omar antes de morir, y nos dejó tres elementos fundamentales de su perspectiva cinematográfica: Aguaespejo granadino (1955), Fuego en Castilla (1960) y Acariño galaico (1961). Que en conjunto hacen una obra llena de sensaciones envolventes, intrigantes y que con su contraste sonoro nos lleva directamente a sus técnicas más utilizadas:
El sonido diafónico, que mediante dos altavoces situados en contracampo en la pantalla y en la zona trasera de la sala producía lo que podría ser parecido al sonido envolvente (surround sound), utilizado por primera vez por los estudios Disney para diversas películas.
La visión táctil, que propone generar sensaciones de tacto y posesión de los objetos a través del relieve de las superficies y la iluminación variada de estos.
El tacto es un sentido que puede llevarse por acto reflejo a la vista si la luz acierta a tocar los objetos que ilumina. (…) El ojo es una extensión de la piel. Del tacto. La especialización perceptiva de la frecuencia luminosa. Una extensión del cerebro que termina en los nervios de la retina, donde se recibe la información. El ojo tiene una retina que recibe módulos táctiles. (…) El cine es un sistema amplificador de nuestra visión, de nuestra Táctil-Visión, de nuestro movimiento ciego e instintivo, presionado por abrirse paso en este mundo palpable que se nos presenta aparente y engañoso. (…) Hay que convertir las distintas luces que inciden en una escena en distintos pinceles palpitantes, en dedos sensibles a las superficies que palpan. (José Val del Omar, Teoría de la visión táctil, 1959)
Y el desbordamiento panorámico que, a través de un juego doble de imágenes y la extensión de las proyecciones fuera del marco convencional de la pantalla generan una sensación totalmente adelantada a su época, básicamente la pantalla le quedaba pequeña a José Val del Omar.
De modo que el término alquimista del cine podría entrar muy bien para calificar a José Val del Omar, no solo era un artista completo, también era un inventor, con algunos ensayos y ejercicios de observación pudo hacer un laboratorio completo, experimentando con diversos lentes cóncavos, iluminación e invención de varias máquinas como un mezclador estéreo-diafónico para cuatro sonidos independientes, binaurales (8 pistas), todo para ampliar la experiencia del espectador en las salas, con vibración en las butacas, efectos olfativos, entre muchos más, conceptualizando así su propia innovación bajo las siglas PLAT (Picto-Lumínica-Audio-Táctil) de este modo José Val del Omar llegó a puntos extraordinarios dentro del cine experimental.
Si lo que buscas es una experiencia total, te recomiendo comenzar con Aguaespejo granadino, la alquimia detrás de los métodos de grabación y dedicación para ésta y las demás obras que conforman el tríptico dejan una intriga dentro de mí: ¿Por qué antes no oí hablar de José Val del Omar? Quizás, igual que en sus obras y como él dice: a veces salimos de las líneas y caemos en las esferas. En esta ocasión a mí me tocó caer en esta esfera y así relacionar todo con lo aprendido en la vida, o solo quizás como sus imágenes, solo es una deformación en mi campo de visión a través de un óptico divergente o cóncavo con un diseño sonoro en una zona acusmática, la zona acusmática correcta.