Aguirre, la ira de Dios | Reseña por Mauro Bengoechea

Aguirre, la ira de Dios

Dir. Werner Herzog | Alemania | 1972 | 94min.

Reseña por Mauro Bengoechea. Alumno de sexto semestre Arte 7 CDMX

Después de una terriblemente mala racha de casi 20 años a causa de los estragos de la guerra y de la aparición de las teles en las salas de las casas, Alemania vió el amanecer de su propia Nueva Ola. Un grupo de 26 revolucionarios artistas proclamó la fundación del Nuevo Cine Alemán a través del Manifiesto de Oberhausen, con la firme convicción de darle un nuevo y virtuoso comienzo al séptimo arte alemán, abarcando narrativas profundas sobre la repercusión de su país en el presente, la juventud antisistema y personajes apasionados cuyas facultades mentales se ven consumidas por la locura. 

La cruel influencia de Francis Ford Coppola para desatar su Apocalipsis (1979), y un auténtico ejercicio en agonía por amor al arte, Aguirre, la ira de Dios, dirigida por Werner Herzog, nos sitúa en el Siglo XVI, donde el valiente pero despiadado Don Lope de Aguirre lidera una expedición hacia El Dorado, dispuesto a cobrarse la vida de todo ser que se interponga en sus bizarros objetivos.

¿Alguna vez estuvieron en una relación tóxica? Si no, les felicito, a nadie le desearía algo así. Pero quienes hemos pasado por esa mierda, sabemos que no es necesario tener pareja para formar un vínculo nocivo de amor-odio con alguien. El cine, a lo largo de su historia, ha tenido el poder de unir mancuernas históricas e inolvidables entre distintos actores, actrices y cineastas. Artistas que, en cuanto trabajan juntxs y descubren cómo sus visiones cinematográficas y sus talentos histriónicos embonan tan bien con aquello que ambxs buscan expresar individualmente, que sienten tal flechazo artístico que les hace formar una estrecha relación profesional, de amistad o incluso romántica que hace que sea inevitable volver a colaborar en muchos proyectos más a lo largo de sus carreras. 

Sin embargo, en muchos casos, si bien las actrices y actores encarnan a la perfección lo que lxs cineastas imaginaban y por ello vuelven a trabajar juntxs, su forma de llevarse es un tanto... pesada. Siendo su primer proyecto juntos, el martirizante rodaje de Aguirre… fue el inicio de un sofocante, violento y a la vez fascinante vínculo artístico entre el gran Werner Herzog y el intimidante protagonista Klaus Kinski que se extendería por 15 años y otras 4 películas. Imagínense formar parte del crew de una película filmada en Los Andes, con bichos picándoles todo el tiempo, un calor de la fregada y que además el desquiciado protagonista se ponga a dispararle a tu choza porque le irrita el ruido que hace y en consecuencia, una de las balas te vuele la punta de un dedo. Y no acaba ahí. 

La tensión, la violenta manipulación emocional entre actor y director fue tal durante la filmación, que en un momento en el que Kinski amenazó con abandonar la producción, Herzog amenazó con matarlo y luego con suicidarse si se atrevía a irse. Sí, literalmente el director apuntó un arma contra el actor y luego contra su propia cabeza con tal de poder terminar una maldita película. Quienes estudiamos cine a menudo sentimos que rodar tan solo un corto es el infierno en la tierra. Como podemos notar... todo podría ser mucho, mucho peor.

Mientras la veía, y hasta el último encuadre, solo pude pensar que filmar esto debe haber sido una pesadilla. Y aún así… qué increíble maldita película. Es inevitable abrir los ojos cada vez más al presenciar el realismo puro y duro empleado a nivel de producción y actoral para contar éste claustrofóbico relato colonial de un modo que cualquier filme comercial actual envidiaría.

95 minutos son suficientes para introducirnos en una aventura sumamente deconstruida, donde en lugar de elaboradas secuencias de batalla entre conquistadores e indígenas, en lugar de un protagonista heroico cuyos objetivos apoyamos y admiramos, se nos hace parte de una tortuosa odisea sin fin comandada por una figura demente e impredecible como lo fue Lope de Aguirre en su tiempo, -encarnado magistralmente por el perturbador Klaus Kinski- mientras el guion nos adentra en la psicología del conquistador, de las civilizaciones oprimidas y de la mujer (especial mención a la maravillosa Helena Rojo como Inés de Atienza) a través de parlamentos filosóficos sobre su papel en la era que les tocó vivir, y haciendo una sólida crítica a la necesidad del hombre "civilizado y de sangre pura" por adueñarse de cada centímetro de tierra que no hubiese pisado aún y de cada ser humano que nunca hubiese oído hablar de la virgen María. 

La agonía que significó para las personas detrás de la realización y producción de esta pieza, es directamente proporcional a la agonía progresiva de los personajes de la historia que cuenta. Porque conforme el viaje continúa, y continúa, y sigue continuando, comienzan a tornarse evidentes ciertos dilemas. Tal y como cuando las personas nos obsesionamos con objetivos casi imposibles al grado de herir y herirnos. ¿Y si esa tierra prometida nunca existió? ¿Será que perseguir nuestra más grande pasión no es sino una muerte lenta y dolorosa?

10/10. Aún si se toma sus ciertas libertades, no hay duda de que éste es un retrato visualmente impactante de las ambiciones novohispanas que no dejará indiferente a todx amante de la filosofía y la historia universal. Si no la odian, su trágica belleza les cautivará como ningún otro filme sobre esta época lo ha hecho.





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