Claroscuros

Jill Magid en “The Proposal”

Jill Magid en “The Proposal”

Por Gemma Leyva Machiche*

Una mujer se adentra a un gran monumento funerario compuesto por imponentes columnas, sobre las cuales se posa un anillo de cantera grabado con el texto “Jalisco a sus hijos esclarecidos”. Al entrar, precedida por el sonido de unos martillazos, saluda a cuatro personas. Dos hombres a mazo y cincel se encuentran abriendo el nicho donde yacen las cenizas del arquitecto Luis Barragán.


La dualidad es una singularidad que las personas compartimos: dos fuerzas antagónicas que se encuentran en lucha constante, y gracias a ésta, siempre las encontraremos complementarias. La arquitectura de Luis Barragán es dual: dentro del ruido de la ciudad (en sus “fuentes canta el silencio”), para toda luz se generará una sombra y en la soledad se encontrará la compañía.   


Jill Magid, artista conceptual nacida en Connecticut, tras años de interés en la obra del arquitecto Luis Barragán, documenta el proceso de su última exposición The Proposal, la cual surge con la intención de recuperar el archivo profesional del arquitecto comprado por la historiadora de arte Federica Zanco. La propuesta es un intercambio: un anillo de diamante fabricado con las cenizas de Luis Barragán a cambio del regreso del archivo a México.


The proposal (Jill Magid, 2019) es un diario donde escuchamos la voz en off de Magid en tono pausado y melancólico. Su montaje tiende a la iteración de imágenes, en franca evidencia a la falta de archivo. La cámara en movimiento, fiel acompañante de Magid, la sigue por Brooklyn, Tacubaya y finalmente Suiza. La retrata en espacios que fueron habitados por Barragán, así como en la instalación de su exposición. Conforme avanza su travesía, la tensión se edifica: ¿cómo será el encuentro final con Zanco? Por el contrario, la cámara estática, contempla la arquitectura de Barragán: sus muros, volúmenes, colores, luces y sombras. Pero ¿en dónde está el legado más allá de su obra? ¿En qué momento nos habla de él? ¿La fascinación se encuentra en la obra del arquitecto o en la apropiación de éste para su proyecto personal? Es ahí donde la intención de Magid se encuentra velada ¿qué la diferencia de Zanco entonces?


Tener una versión de la historia indudablemente nos hará pensar en la contraparte. Jill Magid cuenta la suya con esta performance en la que el anillo, realizado con 525 gramos de las cenizas de Barragán, es sólo una herramienta. Ya lo dijo Valeria Luiselli “con los muertos no hace falta ser bien educados, aunque la religión haya intentado inculcarnos siempre un comportamiento absurdamente decoroso en las misas y en los cementerios”. Pero ¿cuál es la versión de Federica Zanco? Al final, ella sólo fue parte de una transacción legal con la intención de catalogar el trabajo del arquitecto y colaborar con distintas exposiciones alrededor del mundo. 


Las implicaciones de este documental son de índole ético, moral e incluso político. La propuesta también nos interpela: ¿de qué lado estamos? ¿Magid nos alumbra con la oportunidad del regreso u opaca la vida y obra de un arquitecto reduciéndolo a un objeto? O por el contrario ¿Zanco nos ilumina con cuestionamientos sobre las intenciones de Magid o nos oscurece con su negativa a la propuesta? No es raro, al igual que en la arquitectura de Barragán, encontrar dualidad.



*La presente reseña crítica fue escrita, concebida y trabajada dentro del Taller de apreciación y crítica cinematográfica en Arte7 Querétaro (Generación septiembre-diciembre 2019). 



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