"La Dolce Vita" Dir. Federico Fellini | Reseña de Mauro Bengoechea de A7CDMX

La Dolce Vita

Dir. Federico Fellini | Italia | 1960 | 2hrs.58min.

Por Mauro Bengoechea, alumno de tercer semestre A7 CDMX


El cine como arte en Europa había evolucionado a un nivel de mayor intelectualidad. Los temas a retratar frente al lente eran cada vez más variados y alejados de las ya muy gastadas fórmulas narrativas ofrecidas por los grandes estudios. Francia era tan solo uno de los dos máximos exponentes de ésta vertiente, en Italia también surgieron cineastas que contribuyeron al desarrollo del cine de autor con su propio movimiento local, su propia Nueva Ola. Hoy voy a presentarles un maravilloso filme de ésta nación, uno que ahonda en el mundo exuberante de las celebridades y el periodismo de un modo que ni el más virtuoso artista actual podría, ni desearía igualar jamás.

La Dolce Vita, dirigida por Federico Fellini y estrenada en 1960, nos guía en un caleidoscópico viaje a través de 7 días en la vida de un periodista paparazzi mientras éste se enreda en distintas situaciones aleatorias con personalidades famosas.

Paparazzi

m. y f. Fotógrafo de prensa especializado en tomar fotos o metrajes indiscretos de personas famosas.

Casi todos sabemos el significado de ésta palabra. También, con solo ver videos en internet o las noticias en la tele, conocemos la reputación que éstos individuos tienen de ser molestos, morbosos, entrometidos a la hora de acercarse, o mejor dicho, sofocar a las celebridades con el flash de sus cámaras y sus impertinentes preguntas. Sin embargo, algo que me pareció increíble saber es: fue a raíz del lanzamiento de ésta emblemática película ganadora de la Palma de Oro que surgió el término "paparazzi" en los diccionarios con el significado que le damos actualmente.

Uno de los personajes secundarios tiene por nombre Paparazzo, quien es un fotógrafo que acompaña a Marcello Rubini (Mastroianni) a lo largo de su odisea por Roma, y como a Fellini le encantaba dar distintas versiones en entrevistas respecto al origen de la palabra, nadie sabe realmente de dónde proviene. La esposa del cineasta, Guilietta Massina, afirma que se trata de una mezcla entre "pappatacio" (nombre italiano de un mosquito especialmente fastidioso) y "ragazzo" (muchacho), dando como significado algo como "jovenzuelo descarado y entrometido". Suena bastante lógico, y al parecer es lo más cercano a la verdad, pero si viajáramos en el tiempo a preguntarle al director, éste, como buen paparazzo, se inventaría otra historia que nos deje perplejos.

Amé La Dolce Vita. Sabiendo el largo viaje que implica presenciar un film del estilo por casi tres horas, me generaba nerviosismo pensar que la experiencia podría haber sido muy abrumante, que yo no habría tenido la suficiente capacidad para apreciarla aun sabiendo que era una muy probable obra maestra. Pero la amé. Con el alma.

Es una pieza atractiva a más no poder, que toma de la mano al espectador y va llevándolo con fineza en un tour por las calles, iglesias, monumentos, ruedas de prensa, sucesos inauditos, glamorosas fiestas que el apuesto protagonista va recorriendo, mostrándonos cada espacio geográfico y cada figura humana poéticamente fotografiada de modo tal que resalta la belleza de todo aquello que se encuentra en la realidad tangible, aún a pesar de la búsqueda silenciosa de un propósito y del creciente vacío existencial que hay en el alma de los personajes.

Me sorprendió lo digerible e inesperadamente accesible que es la película a pesar de la complejidad de las situaciones y los dilemas filosóficos encarados por la línea argumental, pues a diferencia del radical estilo narrativo de Godard, el cual se opone por completo al enfoque cinematográfico convencional y básicamente se lo pasa por el arco del triunfo, Fellini emplea composiciones más familiares y de mayor amplitud óptica, que a simple vista parecería un filme épico de Hollywood hasta que uno se sienta a apreciar los detalles que la hacen tan especial.

Originalmente, el productor Dino de Laurentis tenía en la mira a Paul Newman para el papel de Marcello Rubini, pues pensaba que Mastroianni se veía demasiado "paternal" y caballeroso como para interpretar a un periodista mujeriego sin escrúpulos, pero no hay duda alguna en que hizo un trabajo incomparable al encarnar a un hombre insatisfecho, que hace a un lado los deseos de su pareja para pasar sus días entre breves interacciones de cuento de hadas con hermosas actrices y en reuniones con amistades igual de sofisticadas, pero no por ello verdaderas, las cuales son tan propensas a la perdición igual que él, como un ser humano que aparenta estar feliz consigo mismo, con quien es y con lo que tiene, que cualquiera al verlo diría "quisiera ser como él", aunque en realidad, éste daría lo que fuera por huir de sí mismo.

10/10. En lo que a mí respecta, creo que es una joya exquisita, además musicalizada por el gran Nino Rota (El Padrino), la cual, estando del mejor humor y con la mente lo más despejada posible, es muy fácil de adorar.



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